Detalle de la portada de El Cultural del 11 de abril de 2025.

Detalle de la portada de El Cultural del 11 de abril de 2025. Ilustración de Tomás Serrano

Letras

Estos son los diez clásicos que deberías leer para afrontar este mundo incierto

Autores como Juan Mayorga, Sara Barquinero, Javier Gomá, Manuel Vilas y Laura Chivite seleccionan las lecturas que pueden "autoayudarnos" hoy.

Más información: 'El gran Gatsby' cumple 100 años: la novela inmortal que anticipó el 'crack' del 29 y predijo el fenómeno Trump

El Cultural
Publicada

Sumidos en un mundo en radical mutación (o descomposición, según algunos), con amenazas de inminentes crisis económicas y bélicas y con la inteligencia artificial tomando los mandos, El Cultural invita a diez escritores a seleccionar un clásico, en un sentido amplio del término. Lecturas que nos permitan pertrecharnos éticamente, confrontar la involución en la conquista de derechos, capear las turbulencias de la psique y no perder ni la alegría ni la dignidad.

La Ilíada o el poema de la fuerza, de Simone Weil

Juan Mayorga

Siempre es urgente la lectura de la Ilíada. Antes o después de ella, me atrevo a recomendar la del breve, seminal texto de Simone Weil La Ilíada o el poema de la fuerza. Se trata de un formidable comentario del canto homérico, del cual Weil extrae una lección moral más valiosa que cualquier otra en tiempos en que la fuerza se manifiesta por doquier –me refiero, en particular pero no solamente, a guerras, a políticas económicas y a órdenes sociales que condenan a millones de seres humanos al sufrimiento y a la muerte; me refiero también a las palabras con que esos órdenes, esas políticas y esas guerras son legitimadas–.

La Ilíada, a su juicio un poema milagroso, tiene como tema fundamental la fuerza, que se halla, bajo distintas formas, en el centro de la historia humana, y que somete tanto a vencedores como a vencidos, pues para ella unos y otros solo somos cuerpos frágiles ante los que no se detendrá.

Weil deduce que "no es posible amar ni ser justo más que si se conoce el imperio de la fuerza y se aprende a no respetarlo", y encuentra en la Ilíada lo mejor del genio épico griego, que los pueblos de Europa tal vez recuperen "cuando sepan no creer nada al abrigo de la suerte, no admirar nunca la fuerza, no odiar a los enemigos y no menospreciar a los desdichados". Weil añade que le parece dudoso que esa recuperación suceda pronto. Escribe esas palabras en 1940. Ojalá hoy no sea tarde para leerlas.

Juan Mayorga (Madrid, 1965), Premio Princesa de Asturias de las Artes 2022, es dramaturgo y director del Teatro de La Abadía.

El arco iris de gravedad, de Thomas Pynchon

Sara Barquinero

Para mí un nuevo clásico imprescindible es El arco iris de gravedad, una novela de Thomas Pynchon de 1973 que suele entrar en esa categoría de libros que se estudian y se comentan mucho más de lo que se leen. En Arco iris Pynchon nos sitúa a finales de la Segunda Guerra Mundial, primero en Londres y luego en otros escenarios europeos, pero difícilmente es una novela solo de guerra: conspiraciones, genocidio, una sutil crítica a la contracultura americana posterior, colonialismo y poscolonialismo, psicología conductual, etcétera.

Hay dos "novelitas alemanas" estupendas dentro de la novela que pueden servir como un aperitivo o invitación a la lectura, una en el capítulo catorce de la primera parte y el once de la tercera. Sin embargo, lo esencial de la obra no es tanto lo que cuenta sino en qué estado de conciencia te sumerge. En general, cuando una lee a Pynchon su prosa se queda como un ruidillo particular en el fondo de tu cabeza, y esto es más cierto que nunca en el Arco iris.

Aunque hay infinitas guías e interpretaciones para acompañar en la lectura, mi favorita de todas es el pódcast Slow Learners, en el que, en lugar de analizar el libro al uso, invitan a especialistas de distintos campos (farmacología, historia de la ciencia, historiadores) para hablar de temas relacionados con el libro que añaden color e información a la lectura según van apareciendo en la trama.

El primero de todos es un análisis del cohete V-2, la excusa fundamental de la novela, un cohete que iba más rápido que el sonido y por lo tanto solo se escuchaba cuando ya había caído y no antes, lo que desata la paranoia y dudas existenciales de los protagonistas, pese a que dicho cohete no era nada efectivo en lo que a matar gente se refiere y fue fundamentalmente un arma de terror psicológico.

Sara Barquinero (Zaragoza, 1996) es escritora y filósofa, autora de Los Escorpiones (Lumen).

Ética, de Max Scheler

Javier Gomá

Desde antiguo, Europa se había entendido a sí misma como la realización histórica de una cultura superior. En su seno habían florecido ciencia, mercado, universidad, liberalismo, derechos humanos, Estado de Derecho y tantas otras creaciones del espíritu, legitimadas por una ética secularizada con fundamento racional. Con este convencimiento, las naciones europeas se habían lanzado a la colonización de pueblos "salvajes" del mundo, justificada como una campaña de civilización.

La Gran Guerra, a partir de 1914, significó la apertura de las puertas del infierno y la liberación de todos los demonios que se agitaban dentro del proyecto ilustrado con la siguiente glorificación de la más salvaje barbarie en el corazón del Viejo Continente. El colapso de la civilización desató una legión de corrientes irracionales en pensamiento y arte y un descreimiento general sobre la posibilidad de restaurar nuestra cultura a partir de bases objetivas y universales.

Y he aquí que, precisamente en esos angustiosos años, aparecieron los dos tomos de El formalismo en la ética y la ética material de los valores de Max Scheler (1913 y 1916), un tratado absolutamente extraordinario que conforma, con la Ética a Nicómaco y la Crítica de la razón práctica, la trilogía canónica del pensamiento ético occidental. Contiene un manual completo de educación sentimental del ciudadano afirmando que este, mediante el percibir objetivo de los valores ideales, accede a un mundo de moralidad plenamente sistematizado y estructurado.

Si este egregio libro sirvió para civilizar tiempos particularmente bárbaros, también nos será útil a nosotros para resistir las turbulencias que hoy nos sacuden.

Javier Gomá (Bilbao, 1965) es director de la Fundación Juan March y autor de la Tetralogía de la ejemplaridad (Taurus).

Mujercitas, de Louisa May Alcott

Paloma Díaz-Mas

Creo que todas las mujeres de mi generación leímos Mujercitas en nuestra adolescencia, pero yo recomiendo esta novela como una lección de vida y de ética para todos los lectores actuales.

Su autora, Louisa May Alcott, fue una escritora estadounidense, sufragista, abolicionista de la esclavitud y enfermera voluntaria en la Guerra de Secesión (1861-1865), un conflicto civil que produjo más de 600.000 muertos.

La novela se publicó después de la guerra, en 1868, y cuenta una historia de mujeres solas en una sociedad en la que la mayoría de los hombres están en el frente. Un ama de casa de clase media, Margaret March, se las ingenia para mantener y educar a cuatro hijas adolescentes (Meg, Jo, Beth y Amy), en medio de las estrecheces económicas derivadas de la ausencia de su esposo, que lucha en el ejército unionista y resulta herido en combate.

Las hijas representan distintos caracteres y actitudes ante la vida, se enfrentan a los problemas del paso de la niñez a la vida adulta y reciben en casa una formación en la que se les inculca el respeto mutuo, la solidaridad familiar, el reconocimiento por la abnegación de sus padres, la generosidad, la compasión hacia los desfavorecidos, la curiosidad intelectual, el amor a los libros y la música y, sobre todo, la dignidad personal y la honestidad moral. Una formación en valores, al mismo tiempo liberal y exigente, muy necesaria en el mundo en que vivimos.

Paloma Díaz-Mas (Madrid, 1954) es escritora, filóloga y miembro de la Real Academia Española. Su última novela es Las fracturas doradas (Anagrama).

Vidas de los filósofos: Epicuro, de Diógenes Laercio

Carlos García Gual

Aunque las numerosas obras de Epicuro se han perdido debido a sus numerosos y tenaces adversarios a lo largo de los siglos, y tan solo nos quedan las tres Cartas y las Máximas Capitales que recoge Diógenes Laercio en el libro décimo de su Vidas y opiniones de los filósofos más ilustres, no hay clásicos más recomendables que los escritos de Epicuro, pues para él la tarea del filosofar es la búsqueda de un remedio contra la confusión de su época. Presenta su filosofía como una medicina del alma, y ese cuidado, therapeía tês psychês, define el oficio del filósofo, tal como había pensado mucho antes Sócrates.

Tremendas crisis cívicas y bélicas marcan la época, en la que, tras un esforzado peregrinaje, regresa a la ciudad de sus mayores, en 320 a.C. Allí funda su escuela, "el Jardín" (Kêpos), acompañado de su familia y unos amigos fieles. Tal vez la sufrida experiencia de que el mundo griego andaba enfermo y sin rumbo le lleva a diseñar un camino seguro de la felicidad, que se centra en la serenidad y el goce de los placeres, en ese ameno jardín rodeado de amigos, donde resulta fácil dialogar de filosofía con libertad y gozar de los placeres, al margen de la azarosa política.

Hay dos palabras que configuran esa eudaimonía del sabio que se retira para escribir y filosofar en muy grata compañía: placer y amistad. Hedoné y Philía. Ambos términos deben quedar firmes y bien definidos, por la sana moderación en los verdaderos placeres y la intensidad de los afectos. Son muy claros los textos epicúreos que lo subrayan. El epicúreo renuncia a la política turbia y a los honores pomposos, que marcan la agitada época.

Carlos García Gual (Palma de Mallorca, 1943) es helenista y filólogo. Miembro de la Real Academia Española

En defensa de la Ilustración, de Steven Pinker

José Antonio Marina

El mundo es demasiado complicado para que un libro permita comprenderlo. Por eso, voy a recomendar uno que remite a muchos. En defensa de la ilustración, de Steven Pinker. Aunque relacionamos la Ilustración, las "Luces", con el pensamiento occidental en el periodo 1680-1790, creo que es un movimiento en busca del conocimiento, de la libertad y de la justicia que emerge y desaparece una y otra vez a lo largo de la historia. Se basa en la capacidad de la inteligencia para liberarse de los dogmatismos y del poder absoluto. Es la mayoría de edad de la Humanidad, como la describió Kant.

En ese sentido, Sócrates fue un ilustrado, y lo fue también Pedro Abelardo. Durante las dinastías Tang y Shong hubo movimientos innovadores en China. Y en el mundo musulmán el enfrentamiento entre mutazilíes y muhaddizim puede interpretarse como entre ilustrados y contrailustrados. En este momento hay una crítica a la Ilustración desde todo el espectro político, desde Trump a la izquierda woke o al pensamiento posmoderno. Y esto explica muchas de las insensateces que estamos padeciendo.

La universalidad de la verdad o de los valores, centro de la Ilustración, ha sido sustituida por un entusiasmo identitario, multiculturalista e irracionalista que niega la posibilidad de acuerdo. El libro de Pinker es una defensa de los ideales de la Ilustración: la razón, la ciencia, el humanismo, la compasión, el progreso. Tambien lo recomiendo porque Pinker es un "optimista racional", y en este momento vuelve a tener vigencia un antiguo grafiti: Hay que dejar el pesimismo para tiempos... mejores.

José Antonio Marina (Toledo, 1931) es filósofo, ensayista y pedagogo.

Antígona, de Sófocles

Aurora Luque

Minuto uno: sé que voy a recomendar una tragedia de uno de los tres Shakespeares que Atenas tuvo el lujo de ver nacer en el breve tramo de unas décadas del siglo V a. C.: Eurípides, Sófocles, Esquilo. La actualidad literaria y editorial española me llevó a pensar en Medea, la gran tragedia de la violencia vicaria en la que Eurípides, amparado en la virtualidades del mito (tome nota el novelista que prefiera manchar los nombres de los vecinos), explora la maldad de la mente de una madre que asesina a sus hijos para causar el peor de los daños al progenitor.

Minuto dos: me acucia insoportablemente la insólita situación mundial de hoy, que nos exige la reflexión más urgente. Un gobernante todopoderoso está poniendo en peligro la polis planetaria desde su ciego y soberbio autoritarismo (su hybris). Las derivas de ese presidente con el rostro del color del boniato me llevaron a pensar en la insuperable Antígona de Sófocles como el clásico más necesario en esta primavera de 2025. Los griegos sabían que la hybris se paga a un alto precio: Jerjes, el rey persa, era el ejemplo clásico (recuerden acá lo que le pasó a Aznar y sus guerras).

La joven Antígona desafía al tirano: lo acusa de abusar de su autoridad, de cometer una injusticia intolerable. No se acobarda, no se vuelve acomodaticia (como tantas universidades estadounidenses), no se calla. Nos hacen falta Antígonas. Todos y todas tenemos que metamorfosearnos en Antígona en este abril de 2025 para que no mueran del todo nuestras ideas, nuestra Ciudad, nuestro Mundo. Y, además, los trágicos nos regalan todo eso vestido con la poesía más incandescente, más hermosa y más viva.

Aurora Luque (Almería, 1962) es poeta y traductora.

El castillo, de Franz Kafka

Manuel Vilas

Con desencajada mandíbula musoliniana y gesto desafiante una alta gobernanta ibérica nos recordó hace unos días el eterno retorno de la novela El proceso de Franz Kafka. Ella, claro, no lo sabía. Ni las más remota idea tenía de que cuanto estaba diciendo ya había sido dicho más de cien años antes en una novela de un anónimo tuberculoso que se fue de este mundo en 1924. Pero he venido aquí a recomendar El castillo, la novela en donde se nos dice que la civilización es jerarquía y poder. Fijaos bien en la ordenación de la realidad: autócratas, tiranos, ególatras, emperadores y siervos.

No sabemos verlo con claridad. Parece una democracia, pero Franz Kafka dice que miremos con más atención. Insinúa Franz si eso que brilla delante de nosotros no será, en realidad, una teocracia. Fíjate en los detalles, dice Kafka en El castillo. Nos humillamos los unos a los otros en una danza a la que llamamos libertad y vida. ¿Hay esperanza? Hay humor, claro. El humor terrorífico de Franz Kafka. La literatura de Kafka es el gran refugio en donde nos reímos de los emperadores, de los grandes funcionarios del Castillo. No diré el nombre de los señores. Están allí todos.

De vez en cuando nos escriben una carta diciéndonos que en cualquier momento podemos ser despedidos. En cualquier momento te podemos arruinar. Es el Estado quien te escribe. Ten cuidado. Yo lo tengo, y vosotros también, mucho más que yo, pues yo escribo y vosotros obedecéis. Por eso Kafka es el mejor escritor del mundo. ¿Lo estamos haciendo bien?, preguntamos a las autoridades correspondientes a nuestro grado de insignificancia existencial o política, es lo mismo. Nadie suele contestar, pero da la impresión de que vamos a seguir facturando un día más, como dice Shakira.

Manuel Vilas (Barbastro, 1962) es poeta y narrador. Acaba de publicar Dos tardes con Kafka (Alianza).

Autorretrato con radiador, de Christian Bobin

Laura Chivite

Creo que he regalado Autorretrato con radiador, de Christian Bobin, alrededor de diez o doce veces, tal vez quince. Y la razón, aunque la persona varíe, es siempre la misma: arroja luz a lugares que muchas veces presuponemos oscuros, cada frase es como un bálsamo que te hace ver la realidad de una manera nueva, que te calma y alivia y anima a prestar atención a lo más pequeño, a lo más cotidiano.

Es un diario de duelo por la muerte de su pareja, lo que a priori podría hacernos pensar que no se va a tratar de una obra amable, luminosa. Sin embargo, Autorretrato con radiador te hace mirar el dolor desde los ángulos más insospechados, te hace trascender y detenerte en la belleza de la vida, en la belleza que siempre está ahí, a pesar de todo.

Muchas veces, cuando nos sobreviene la tragedia, asumimos que debemos sentirnos de determinada manera porque así lo hemos aprendido, porque así nos lo han enseñado, porque relacionamos ciertos hechos con ciertos sentires, y Bobin viene a desvirtuarnos todo eso, a trazar un puente entre la pérdida y la alegría, entre la soledad y el humor, entre la muerte y las flores.

No se trata, además, de un libro que lees una vez y ya, sino que acto seguido se convierte en una especie de manual que conviene tener siempre en la mesilla de noche. Eso es lo que me ocurrió a mí, al menos, y cada vez que me acerco a él descubro algo en lo que no me había detenido antes, me mejora el día de un modo siempre diferente.

Laura Chivite (Pamplona, 1995) estudió Literatura Comparada en Granada. Acaba de publicar El ataque de las cabras (Random House).

Meditaciones, de Marco Aurelio

Juan Antonio González-Iglesias

Frente a la zozobra de estos días elijo las Meditaciones de Marco Aurelio, el emperador-filósofo de origen hispánico. Reivindicado por los nuevos estoicos, merece ser uno de los manuales en el kit para la supervivencia ética. Es un libro breve, hecho de anotaciones también breves, que pueden leerse y meditarse a ratos. En el inquietante contexto actual, su mayor valor es que está escrito por un gobernante, y no por uno cualquiera, sino por alguien que tuvo todo el poder del mundo. Eso nos da idea de lo importante que es una buena educación moral y literaria para toda la población, incluidos los poderosos.

Surge la melancolía cuando lo comparamos con los mandatarios que nos está tocando padecer. Afortunadamente también nos ofrece, como clásico, un punto de referencia estable y, por tanto, la esperanza de que volveremos a tener líderes sencillamente buenos. "No te conviertas en un César", se dice, para combatir la ambición y la arrogancia. Con agradecimiento propio de la madurez nos cuenta todo lo que ha aprendido de sus mayores. Enseña a llevar una vida equilibrada.

Para promover la serenidad y –todavía más importante– el buen carácter, recurre a conceptos que casi hemos olvidado, como "ecuanimidad". Proporciona independencia de criterio. Piensa continuamente en el bien común. Para muchos jóvenes será una sorpresa ver que este príncipe estoico, como los griegos en general, aprecia a los que se oponen sinceramente a sus opiniones y se alegra "si alguien le muestra algo mejor". En fin, su perspectiva de gobernante da su fruto mejor cuando nos enseña a gobernar nuestra propia vida, haciéndola más humana.

Juan Antoinio González-Iglesias (Salamanca, 1964) es poeta y traductor. Premio Castilla y León de las Letras 2024.