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Escapada

Taxco, el pueblo mágico de México en el que todo el mundo circula en escarabajos

De estilo colonial, sólo verás estos coches en esta empinada localidad del estado de Guerrero, famosa también por la minería, ya que aquí estuvo la primera explotación prehispánica del país, codiciada por Hernán Cortés.

Clásica escena de Taxco.
Clásica escena de Taxco.FOTOGRAFÍAS: SHUTTERSTOCK / I. GARCÍA
Actualizado

Esas fachadas encaladas, esos balcones floridos, esos detalles de herrería en las rejas, esos tejados rojos y esos suelos empedrados denotar el pasado colonial de Taxco, una de las localidades más bonitas de México hasta el punto de formar parte de la lista de los 177 pueblos mágicos del país. O lo que es lo mismo, esos lugares con encanto (mucho) que destacan por su arquitectura, su belleza, su singularidad y su historia. Y éste del estado de Guerrero tiene todo eso de sobra. De ahí que derroche encanto en cada esquina. O mejor dicho, en cada cuesta, ya que es el pan de cada día del lugar, cincelado a golpe de un trazado laberíntico, plazoletas bulliciosas e iglesias barrocas como la de Santa Prisca, construida en la década de 1750 y cuya silueta sobresale, elevadísima, en medio del pueblo, por lo que es su imagen más característica. Entre sus singularidades destacan los siete retablos que custodia en su interior.

También lo son las estrechas callejuelas adoquinadas que bajan, suben, vuelven, van, se retuercen, se cortan. "La gente se mueve en vocho [nuestro famoso escarabajo en España], el único carro [coche] que cabe en ciertos pasajes, ya que como sigue el diseño de antaño, las calles son muy angostas, empinadas y con curvas porque sólo pasaban mulas, por lo que ahora apenas cabe nada", explica el guía Nicolás Brito. Por eso al pueblo se lo conoce como "vocholandia", ya que no se estilan otros medios de transporte por aquí. Como mucho, algunas vespas a las que, renqueantes, les resulta difícil subir.

Una de las típicas calles de Taxco.
Una de las típicas calles de Taxco.

Los vochos forman parte del paisaje habitual, igual que esos mercadillos callejeros enmarañados donde lo mismo dispensan aguacates gigantes tres o cuatro veces más baratos que nuestro país que remedios para la impotencia, el mal de ojo o los embrujos. O, por qué no, gusanos ("deliciosos", según muchos lugareños) moviéndose a destajo en una bolsa agujereada para que puedan respirar. "La gente se los come como aperitivo o a cualquier hora de snack, sobre todo fritos", afirma un comerciante de uno de los puestos del Mercado Central ante la incrédula mirada de los turistas.

Es uno de los tres vértices (el único de interior) del llamado Triángulo del Sol del estado de Guerrero junto a la popular ciudad de Acapulco (con sus conocidas fiestas eternas de la jet set de los años 60, que continúan hoy en día) y Zihuatanejo (un paraíso natural de playas kilométricas y naturaleza salvaje al que se fugaba el personaje interpretado por Tim Robbins en Cadena perpetua al final de la película). Juntos, forman un triángulo y en los tres la luminosidad del astro rey no cesa.

Puesto de artesanías en el centro.
Puesto de artesanías en el centro.

De ahí el nombre. Tienen otro denominador común: la hospitalidad de sus gentes, rasgo que caracteriza a todo el estado. No en vano, es el lugar donde prometen "apapachar el alma" de los viajeros. Es decir, cuidarles, darles cariño, afecto, para que quieran volver siempre. O no irse nunca.

Para entender la idiosincrasia de un lugar como Taxco hay que tirar de historia, puesto que el municipio ya vivía de la minería antes de que llegaran los españoles, quienes convirtieron al lugar en un yacimiento de primer orden. Aún hoy pueden visitarse algunas de aquellas galerías prehispánicas, como las situadas bajo el histórico complejo de Posada de la Misión, un auténtico hotel-museo donde montó Hernán Cortés su base de operaciones durante los tiempos de la conquista.

Interior de la mina prehispánica de Taxco.
Interior de la mina prehispánica de Taxco.

Hoy, es posible adentrarse en su interior siguiendo una visita guiada de la mano del guía Mario Alberto García, que se remonta a los tiempos en los que el conquistador extremeño llegó aquí "en busca de estaño para fabricar cañones". Fue así cómo descubrieron "la primera mina prehispánica artesanal de México", añade mientras ilumina la senda excavada entre galerías.

Con los siglos, sería el pintor Diego Rivera el que pasara por este hotel. No en vano, en el jardín, junto a la piscina, se puede ver el mural realizado a modo de mosaico de piedras naturales del último rey azteca, Cuahutemoc, diseñado por el artista Juan O'Gorman en colaboración con Rivera. Aunque ya no está en funcionamiento la mina, los metales siguen siendo la principal industria, con infinidad de tiendas y talleres dedicados a la materia.

Mural junto a la piscina de la Posada de la Misión.
Mural junto a la piscina de la Posada de la Misión.

Por algo dicen que ésta es la "capital mundial de la plata" desde los tiempos de la colonia, además de unos cuantos apelativos más como "ciudad de la luz" (no hay más que mirar al cielo para confirmarlo), "la puerta de plata de Guerrero" o ciudad-teatro". Y es que aquí nació uno de los dramaturgos mexicanos más destacados, Juan Ruiz de Alarcón. No en vano, el nombre completo del municipio es Taxco de Alarcón.

Volviendo a la plata, todo el pueblo está lleno de tiendas, talleres y fábricas dedicadas a su elaboración. De la Joyería Zanfeld al tianguis El Platero al mercado de plata y artesanías Cielito Lindo. Quien convirtió esta labor en un auténtico arte fue William Spratling, un estadounidense (nació en Sonyea, en el condado neoyorquino de Livingstone, en 1900, y murió aquí, en Taxco, en 1967) reconocido a nivel internacional por sus piezas confeccionadas con este material considerado el maestro joyero por antonomasia, así como el padre de la plata mexicana. Fue quien fundó el primer taller dedicado al trabajo artesanal de la plata en la localidad, creando un programa para enseñar el oficio a los habitantes de la región, que aún hoy viven de ello.

Escultura del maestro joyero William Spratling.
Escultura del maestro joyero William Spratling.

Su estilo es muy reconocible, ya que instauró el diseño de motivos precolombinos y tradicionales. Entre sus amigos tuvo, además, al pintor Diego Rivera, a quien le encantaba Taxco, por lo que pasaba buenas temporadas aquí con su pareja, Frida Kahlo, como ya comentamos. El propio Spratling organizó una exposición de Rivera en el Museo de Arte Metropolitano de Nueva York. Y con el dinero que cobró como su representante se compró una elegante casona en Taxco, hoy convertida en un interesante museo con su colección privada, que incluye piezas prehispánicas, reproducciones, artículos orfebres lapidarios y objetos arqueológicos originales.

Otros de los museos que merecen la pena en la ciudad son el de la Platería (¿cómo no?) y el de Arte virreinal, instalado en el edificio barroco de Casa Humboldt, ya que en él se hospedó el científico (y explorador, naturalista, geógrafo, filósofo...) alemán a principios de 1800, cuando estaba de expedición por la zona. Su interior alberga, entre otras joyas, la colección de piezas religiosas encontradas en la iglesia de Santa Prisca durante una restauración en 1988, entre las que destacan liturgias, mobiliario, túmulos funerarios...

Trabajadores de la fábrica de plata Zanfeld.
Trabajadores de la fábrica de plata Zanfeld.

Llega la hora de recorrer los alrededores de Taxco, ya que conocer muy cerca se encuentra uno de los monumentos naturales más significativos del país, el Parque Nacional Grutas de Cacahuamilpa, formado por una cadena de cuevas y formaciones calcáreas único en el planeta de más de 16.000 hectáreas de extensión. Se descubrieron en 1834, aunque no se convirtieron en parque nacional hasta un siglo más tarde.

También hay que darse un chapuzón en las Pozas Azules de Atzala, a media hora en coche de la ciudad. El nombre se debe al impresionante color turquesa de sus aguas, rodeadas de paredes rocosas en las que se puede practicar escalada, lanzarse en tirolina o atravesar puentes colgantes. Buen colofón para esta ruta por uno de los grandes desconocidos de México.

Una de las denominadas Pozas Azules de Atzala.
Una de las denominadas Pozas Azules de Atzala.

GUÍA PRÁCTICA

CÓMO LLEGAR

Aeroméxico (aeromexico.com) tiene vuelos directos desde diferentes puntos de España a Ciudad de México, a unas dos horas y media por carretera de Taxco.

DÓNDE DORMIR

Posada de la Misión (Cerro de la Misión, 32). Hotel histórico emplazado sobre una de las primeras minas que explotaron los españoles en el Nuevo Mundo. No en vano, fue cuartel general de Hernán Cortés. También se puede comer cocina típica en su restaurante El Mural.

William Hotel (Juan Ruiz de Alarcón, 7). Hotel boutique de diseño de sólo 15 habitaciones en pleno centro de la localidad. Su nombres es un homenaje a William Spratling, maestro joyero estadounidense considerado "el padre de la plata mexicana". Cada pieza del mobiliario del alojamiento, que fusiona tradición con modernidad, ha sido creada en exclusiva para él.

DÓNDE COMER

El Adobe (Plazuela de San Juan). Restaurante tradicional en pleno centro (ojo a las vistas del casco antiguo) donde degustar platos típicos como los camarones al ajillo, el bife de chorizo, las costillas de cordero asadas.

Taxkfe. Casona con vistas a las montañas en la comunidad de Cacalotenango, a las afueras de Taxco, donde degustar los platos de Ernestina Ramos, una de las "cocineras tradicionales" certificadas del estado de Guerrero, aquellas que ofrecen cocina típica artesanal en sus propias viviendas. Aquí es posible degustar sopes (tortillas fritas en manteca a las que se añade carne, queso, verduras y salsa picante), frijoles, tacos de requesón, puerco asado, tortillas de maíz azul... Toda una experiencia gastronómica.

MÁS INFORMACIÓN

En la web de la Secretaría de Turismo del Estado de Guerrero: guerrero.travel

Restaurante con vistas a la iglesia de Santa Prisca.
Restaurante con vistas a la iglesia de Santa Prisca.

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